URBANIZACIONES

Identidad, personalidad y valor
Las urbanizaciones más exitosas hoy en día son aquellas construidas por desarrollistas que entienden los valores, preferencias y estilos de vida del cliente.

Comenzar a hablar de “cliente”, por mas que suene extraño, no debería ser ajeno a nadie, pues ante todo este impacto fenomenologico, al cual se le atribuye la fortaleza y debilidades, no deja de ser como génesis un producto inmobiliario.

Quienes responden a las necesidades del mercado con sus propuestas, ya sean en edificios, viviendas urbanas, loteos,
urbanizaciones especiales, no solo en estos difíciles momentos, deberían hacerlo teniendo en cuenta el sentido de identidad, personalidad y valor.

La identidad de un barrio cerrado esta referida a la apropiación del sitio de sus habitantes, de quienes allí decidan vivir. Esto es común en la ciudad en el sitio de pertenencia que despierta cada barrio, cada tipo de vivienda, etc., y en donde cada uno se siente afín y cómodo en el entorno social que compone.

La identificación es propia de los seres humanos, sus preferencias y pertenencias, los distingue de otros, sin que tal vez puedan percibirse las diferencias. Son sólo elecciones profundas de aquellos que deciden sentirse cómodos en el poder libremente sentirse parte de comunidades, sitios o situaciones.

La personalidad de los barrios es algo inherente a quienes lo crean, piensan y desarrollan. Son estos quienes en la definición de sus productos deciden, en la gestación de la ida inmobiliaria, darle las características que los distinga del resto de la oferta competitiva. Tal vez esto debería ser lo habitual a la hora de comenzar un desarrollo. Pensar cómo y para quien estará destinado el producto es tal vez el primer gran paso.

Decidir con los profesionales idóneos características físicas del mismo, sus trazados, sus detalles, sus características que lo diferencien de otros productos, también es parte del análisis previo. Luego avanzados estos conceptos, elegir sus anclas temáticas, deportivas como el golf, el polo, el tenis o la decisión de contar o no con áreas sociales comunes que generen tal vez situaciones de fuerte personalización, como lo puede ser un añejo casco de estancia convertido en club de house, son algunas hipótesis de personalidad que debería tener cada barrio para ofrecerse al mercado como producto único e irrepetible.

El valor es la sensación propia y esencial de cada persona que decide por alguna opción, ya sea sobre una vivienda o un lugar, no teniendo ello que ver con lo económico o material de la misma, si con la gratificación de sentirse parte de ese sitio en el mundo que uno elogio para crecer y desarrolarse. Dicha condición de valor es tal vez lo más importante de satisfacer.

A partir de esto los desarroladores y sus equipos deberían tener en cuenta a esta materia como uno de los más importantes visualizaciones a tener en cuenta, para que sus productos inmobiliarios no solo sean un éxito comercial, sino que también contengan los deseos y las necesidades de parte de la sociedad que, ante todo y a pesar de todo, busca su lugar para vivir.

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